Muy difícil
lograr respeto, convivencia y paz social cuando se está ante un Estado-gobierno
legitimado de origen más no de ejercicio. La situación se complica cuando entre
ambos hay una complicidad política de actuación donde la aplicación e
interpretación correcta de la norma constitucional se ignora a conveniencia del
régimen de turno.
La democracia no se basa solo en
procesos eleccionarios donde los pueblos se expresan a favor o en contra de sus
dirigentes en un período determinado. Va más allá de una escogencia, no basta elegir
gobiernos: locales, regionales o nacional si los poderes públicos no son
autónomos e independientes en la administración de las competencias
constitucionales. Cuando éstas
son vulneradas desde el poder ejecutivo, se deja a la sociedad en condiciones
de desigualdad y discriminación en el trato ante la ley. Pues, desaparecen las
garantías del equilibrio y la transparencia en sacrificio de la verdad y de la
razón, en otras palabras de la justicia a todo nivel: político, económico,
social, religioso, cultural, deportivo, artístico, etc.
Las sociedades latinoamericanas se han
caracterizado, en su mayoría, por un dominio insincero de sus gobiernos, en lo
que prometen y en lo que realmente hacen. Gobiernos populosos a conciencia, aprovechadores
de las vulnerabilidades sociales de sus poblaciones. Dirigidos por presidentes perjuros.
El perjurio, conocido en otros países
como falso testimonio es
un acto delictual que consiste en mentir estando bajo juramento
constitucional.
En democracias funcionales, cuando ello ocurre entra en juego los tribunales
de justicia para arbitrar la querella legal tomando en cuenta los actores
involucrados: demandante, demandado y testigos quienes se presentan en el
juicio bajo juramento de decir la verdad. Los responsables de cometerlo son
castigados por lo general con penas de prisión.
En Estados Unidos, uno de los países más desarrollados
del mundo, dentro o fuera de ese país el perjurio se considera un delito mayor,
imperdonable,
cuyos culpables, excepto en casos previsto por ley, son multados o encarcelados
por no más de 5 años, o ambos. Esto pudiera explicar el por qué la democracia
norteamericana se mantiene incólume por más de 200 años. Se les reconoce como
un país de leyes y de respeto. Desde el gobierno nacional, los gobiernos
federales, los poderes públicos hasta los ciudadanos e inmigrantes.
Dos ejemplos de cómo opera la justicia frente
a la mentira en esa nación: Varias superestrellas
del deporte han sido enjuiciadas por ocultar la verdad en el consumo de
esteroides, utilizados para mejorar el
rendimiento. La justicia norteamericana
lo interpreta como un ventajismo para sacar provecho frente a sus competidores.
Otro caso, fue el de Watergate de Richard Nixon por espionaje, lo que lo sacó
de la presidencia.
Esta reflexión la traigo a colación
porque en Venezuela, nuestro país, el perjurio
se ha convertido casi en una política de estado. Evidente, notorio y
comunicacional la alineación ideológica y las directrices recibidas por los
poderes públicos del gobierno central, del ejecutivo, un poder más. De 100
casos incoados en tribunales solo 8 son procesados; lo que nos demuestra el
elevado grado de impunidad existente en la república, en consecuencia, la
desprotección e indefensión en que nos encontramos los venezolanos ante la
falta de garantía de equilibrio y de justicia por quienes hoy dirigen los sagrados intereses nacionales
saltando normas, valores y principios democráticos y humanistas.
Internacionalista.
@renenunezr
Pueden
oírme en Diplomacia de Micrófono, 7
a 8 AM, por Circuito Skandalo 90.3 FM en Ciudad Bolívar
y 106.9 FM en Puerto Ordaz
No hay comentarios:
Publicar un comentario