Nada más
perverso dividir los pueblos por razones ideológicas. La Venezuela de hoy se
encuentra dividida afectiva y familiarmente por esa razón. De ello se ha
encargado la revolución, cuyo propósito hasta cierto punto lo ha logrado
destruyendo el núcleo familiar, la célula más sagrada de una sociedad. No es un
secreto porque así lo han asumido quienes nos gobiernan, se está ante un
proceso de dominación que “no tiene
vuelta atrás”, disfrazado de democrático en lo que a la utilización de los
poderes públicos se refiere, y que todos sabemos están alineados en esa
dirección, a los intereses del colonialismo cubano. Los petrodólares, se han
convertido en los medios efectivos por excelencia del régimen para la compra de
conciencia ciudadana para acelerar y asegurar el fin que todo socialismo
comunismo procura como lo es el control absoluto de los pueblos.
Ante esa realidad, se hace imprescindible la
necesidad de invocar la solidaridad activa de todos los sectores: políticos, económicos,
sociales, estudiantiles, gremiales, culturales para detener el desmontaje de
las instituciones democráticas, valores y principios humanos. Una amenaza de
violencia de estado.
Esa solidaridad nos llevaría
unidos a enfrentar los odios ideológicos que nos divide y nos hace parecer
diferentes.
Mientras haya un sistema político que vea a una mitad de la población con odio
para subsistir en el tiempo, los pueblos no podrán tener paz, menos existir
solidaridad humana.
Si nos lo proponemos, si aunamos
esfuerzos, si superamos las diferencias y concertamos nuestros acuerdos
alrededor de objetivos concretos, podremos hacer valer nuestros derechos inspirados en la justicia
social en democracia. Estaremos en mejores condiciones de credibilidad para que
esa otra mayoría afecta al gobierno entre en conciencia de la razón y de la
propia exclusión social de que está haciendo objeto en materias de libertades e
igualdad en el trato ante la ley.
Se trata de imponer una disciplina socio
política que integre a todos con respeto en todas las actividades de la
sociedad para el bien común, sin diferencias ni odios ni resentimientos. Tomando conciencia del
Estado que nos conviene, que vele y defienda los derechos a la vida, creando
capacidades y oportunidades por igual tanto en lo individual como en lo colectivo.
En otras palabras, pasar de un sistema
autoritario, de dominación, de explotación y de división por uno de profundo
respeto a la dignidad de cada ciudadano con derecho de ser libres y a definir su propio
futuro.
El Estado político, independiente
de su naturaleza ideológica, no puede ser absoluto en sí. Su responsabilidad es
convertirse en el núcleo y el motor del progreso y del desarrollo de las comunidades y de las
instituciones humanas que abarca. Si por la corrupción moral del poder, un gobierno
o un Estado se abroga la iniquidad de
disponer de los ciudadanos al antojo de una oligarquía política, como pareciera
ser el caso venezolano, ese Estado está atentando contra el bienestar de los
pueblos. Haciéndolos sus prisioneros. Y no podemos permitirlo.
Rebelarse contra cualquier intención de tiranía,
de colonialismo, de racismo ideológico u otra forma de opresión, para el
restablecimiento del orden jurídico en democracia, es un derecho constitucional, las próximas elecciones
nos vuelve a dar otra oportunidad para ejercerlo. El destino de Venezuela nos
condenará si no despertamos y actuamos ahora de la mano de la razón y de la
democracia.
Internacionalista.
@renenunezr
Pueden
oírme en Diplomacia de Micrófono, 7
a 8 AM, por Circuito Skandalo 90.3 FM en Ciudad Bolívar
y 106.9 FM en Puerto Ordaz. www.skandalo.com.ve
No hay comentarios:
Publicar un comentario