En este país se habla mucho. Y se obra poco. A veces pienso, que el irrespeto es parte de nuestra cultura. Cuando se
hace de la arbitrariedad y del abuso de poder una forma de gobernar. Donde la
vida en su esencia natural importa poco.
Más no la revolución. La burla, la
fanfarria forma parte del show ideológico para provocar escándalo y
desprestigiar de manera sistemática a quienes se atrevan llevar la contraria.
No puede haber respeto en un país como
el nuestro cuando los poderes públicos no gozan de autonomía e independencia para garantizar el estado de derecho. Menos para
garantizar los cinco principios básicos de un sistema democrático como lo son: la libertad, la igualdad en el trato ante la
ley, la tolerancia de la diversidad de pensamientos, la solidaridad no la
incondicional sino la inteligente y, la participación social sin distingo de
color o credo político.
Desde hace 10 años el gobierno
nacional ha estado negando la visita al país de una comisión de CIDH para constatar y evaluar las reiteradas violaciones
de derechos humanos denunciadas ante ella por ciudadanos, ONGs y partidos
políticos. Igualmente se ha negado a acatar resoluciones y recomendaciones de
distintos entes internacionales en materias no solo de derechos humanos sino de
libertad de prensa y de televisión, como laboral. Se ha burlado de sus
compromisos internacionales.
Por eso la solicitud de denuncia a la Convención Interamericana de
Derechos Humanos como el retiro de la Corte Interamericana y de la Comisión hemisférica de Derechos
Humanos, no nos sorprende. La CIDH se creó y
así lo viene haciendo para velar porque esos derechos sean conocidos,
protegidos y garantizados en todas sus formas. Si habido una materia que cada
día tiene más respaldo y apoyo de la comunidad internacional es la de los
derechos humanos protegidos por instrumentos jurídicos nacionales e
internacionales en todos los continentes. El derecho internacional ha estado creando tribunales con plena jurisdicción
para fallar sobre presuntas violaciones a los derechos que asistan a la persona
sin importa su nacionalidad. Paralelamente los Estados han ido adecuando sus
legislaciones e instituciones judiciales y
cuasi judiciales para proteger a los derechos humanos dentro del territorio.
Venezuela había sido uno de esos países respetuosos de esos acuerdos suscritos
hasta que llegaron al poder los que nos gobiernan para asumir el
principio de la soberanía como un argumento absoluto de Estado, para hacer valer, por un lado, su poder interno
para imponer un proyecto ideológico socialista- comunista que en el fondo
trastoca y deslegitima valores y derechos universalmente consagrados en las
constituciones democráticas del mundo, incluyendo la nuestra; y por otro, para
confrontar internacionalmente toda acción, toda resolución, toda recomendación
que venga de entes jurisdiccionales internacionales que vaya en contra del
citado proyecto.
Cabe destacar que el rol de la actual
jurisdicción de la Corte Interamericana de Derechos Humanos fue aceptado por
casi la totalidad de los países de la región quienes con su firma decidieron
someterse a la jurisdicción de un tribunal internacional. Uno de esos
tribunales es justamente la Corte Interamericana de Derechos Humanos de la OEA
con sede en Costa Rica.
Salirnos de la CIDH nos convertiría en una sociedad o nación de forajidos,
y la impunidad será la norma.
¿Estarán pensando en un estado de excepción de cara a las elecciones del
7-O? (Edición 1200).
(*) Internacionalista
@renenunezr Pueden oírme en Diplomacia de Micrófono
de 7 a 8
AM por Skandalo 106.9FM
http//:elportachueloderene.blogspot.com
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