La primera se realizó entre el 9 y 11 de
diciembre de 1994 en Miami, Estados Unidos.
Desde entonces, se han realizado otras cinco
con esta última de Cartagena de Indias en Colombia. Para algunos colegas
fue exitosa; para otros, me incluyo, no, con las mismas buenas intenciones pero
con pocos resultados tangibles respecto a la verdadera integración de
propósitos comunes para avanzar en la lucha contra la pobreza y las
desigualdades, a final de cuentas lo que interesa. En esto de la política
internacional estoy muy claro lo
económico siempre ha privado en las relaciones de gobiernos. Ignorarlo, una
desventaja estratégica.
Otra cumbre, donde escaseó de nuevo
diálogo, unidad e inteligencia creadora
para reducir diferencias, posturas, y
sobretodo la brecha que separa a nuestra América Latina de América del Norte.
Se mantuvo el mismo guión, América
Latina echándole la culpa del atraso y
de todos sus males a Estados Unidos. La
presidenta de Brasil se quejó de la desigualdad continental. El de México acusó
al gobierno brasileño por sus políticas proteccionistas, pues ahora se les
impide seguir vendiendo carros como lo venían haciendo anteriormente. Unos
plantearon la despenalización de la droga; unos amenazaron no asistir a la
próxima cumbre de Panamá en 2015 si no se invitaba a Cuba; otros trajeron el
tema de la Malvinas; pero los temas importantes no se discutieron, menos se
mostraron resultados concretos de avance en lo que al combate a la dependencia y
a la pobreza se refiere.
Cómo nos hubiera gustado que
presidentes demócratas abordaran sin complejos ni prejuicios problemas de la
inseguridad, de la corrupción, de las
violaciones reiteradas de derechos humanos, de los derechos democráticos, como el desacatamiento de las resoluciones de la
Corte Interamericana de derechos humanos de la OEA u otras sentencias
internacionales por parte de algunos jefes de Estado, del crecimiento de los
carteles de droga con conexiones gubernamentales, de la migraciones del sur al
norte por no contar los nacionales con capacidades y oportunidades en sus
regiones para mejorar sus condiciones de vida. ¿Por qué lo del ALBA o lo del
CELAC?
Venezuela asistió como ha sido característica
en las últimas cumbres para insistir en la preeminencia de lo ideológico sobre
lo económico. Un buen debate hubiera sido que
países auténticos defensores del
desarrollo democrático, expresaran sus opiniones respecto a las
expropiaciones indebidas y de fuerza,
las estatizaciones de empresas productivas exitosas, las relaciones de
algunos países con grupos calificados de terroristas por la OEA.
La reflexión viene al caso cuando una vez más, los dirigentes de
gobiernos latinos desperdiciaron otra oportunidad para haberse puesto de
acuerdo con la industrialización, el
empleo, el progreso y el desarrollo individual y colectivo como garantía para que las riquezas no solo puedan
producirse en la región con seguridad y estabilidad sino también ser
distribuidas equitativamente. Ha habido antes y hay ahora crecimiento económico,
pero siempre por buen precio y mayor demanda de materia prima, también por
capitales peregrinos que ahora vienen de China.
El modelo vigente de apertura y
privatización presentado hace décadas como clave de desarrollo, no ha afectado de verdad estructuras
socioeconómicas nacionales como la brasileña, la mexicana, la colombiana, la
peruana, la panameña; sus índices de empleo, de inflación, volúmenes de
exportación son realidades para revisar con mucha objetividad y raciocinio, en
especial acá en Venezuela donde el régimen sigue empecinado en aplicar todo lo
contrario, fórmulas comunistas fracasadas. (1199).
(*) Internacionalista
@renenunezr Pueden oírme en Diplomacia de Micrófono
de 7 a 8
AM por Skandalo 106.9FM
http//:elportachueloderene.blogspot.com
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