miércoles, 8 de junio de 2011

Ideas para la prosperidad económica y social de Guayana (IV)


Mejorar la calidad de vida en nuestra región es posible y viable, siempre y cuando los actores políticos y sociales asuman el compromiso de luchar contra la exclusión, la intolerancia, el irrespeto, la injusticia, la corrupción e incapacidad de quienes se resisten a cambiar su actitud frente a la vida, al futuro de Guayana.

 Ningún otro estado venezolano tiene la variedad de riquezas naturales y de recursos humanos para emprender el reto de la Prosperidad económica y social de Guayana como el de BOLÍVAR. Somos pioneros del inicio de la construcción de una infraestructura productiva alternativa a la del petróleo, representada en las empresas básicas del hierro, del acero, del aluminio, del oro, del carbón, de la energía eléctrica; por cierto, todas ellas hoy en precaria operatividad por la desinversión, la ideologización y la mala administración de sus recursos. El “desarrollo aguas abajo” prometido por los últimos gobiernos sigue pendiente. Como el desafío del turismo como una industria rentable y segura. De allí la necesidad de revisar esta propuesta para repensar el nuevo modelo de desarrollo de Guayana que vaya más allá de las empresas básicas. Por supuesto, ello requiere que los diversos sectores en un marco de confianza mutua, se reconozcan  y respeten su pluralidad, y puedan compartir una Visión de Estado que los oriente a logros comunes de satisfacciones y bienestar.

  En la edición pasada iniciamos el capítulo de los principios básicos para garantizar la gobernabilidad, abordamos los dos primeros: III.1) Honestidad, Transparencia y participación social, y III.2) Visión regional integral de la equidad y de la sustentabilidad. Hoy seguimos con los demás…

 III. PRINCIPIOS RECTORES DEL DESARROLLO

 III.3 Visión Social
  En una sociedad como Guayana con grandes desigualdades, improvisación y desaciertos, con exclusión muy marcada, la responsabilidad principal del Estado y de los municipios es invertir en infraestructura social y urbana, es decir, mejorar y ampliar la oferta educativa, la de la salud, la de la vivienda, la de la cultura, la de la seguridad, la del deporte, la de atención a los grupos vulnerables, la del equipamiento  y mejoramiento de las comunicaciones, la de la modernización y seguridad de los medios de transporte y la de dos aspectos centrales: la organización y la capacitación de la sociedad para ofrecer suficientes oportunidades.

 La visión social del desarrollo, significa pasar de gobiernos pasivos y excluyentes, sólo al servicio de sectores muy reducidos y con preferencia ideológica, a gobiernos incluyentes y preocupados por el bienestar integral  de la sociedad. Significa, y aquí está el cambio de mentalidad sugerido, pasar de un sistema socio-económico que reproduce la desigualdad, concentra la riqueza y resulta completamente incapaz de superar la pobreza, a un sistema que establece bases para revertir la desigualdad, que construya esquemas para moderar los extremos de riqueza y exclusión y empiece a repartir oportunidades en toda la pirámide social, en especial, entre los segmentos de abajo.

III.4  Visión de desarrollo económico-social con sentido humano.
 Si el modelo de desarrollo que proponemos y en el que creemos tiene como objetivo principal lo social, entonces tenemos que llevar esta visión a la economía. El modelo de desarrollo conocido en nuestro país, en nuestra región, no han colocado a la gente, a la sociedad como el objetivo, sino a la acumulación de capital, un modelo rentista dependiente del petróleo, y acá en el estado Bolívar, además de lo anterior, dependiente de las empresas básicas. Un modelo de desarrollo económico, que no busca aliviar los males de la sociedad, que no se propone crear las condiciones para el reparto equitativo de los bienes y servicios, nunca podrá lograr el equilibrio, la armonía social, la prosperidad de la población.

 Necesitamos revertir una política social insana, que no se reduzca al asistencialismo, al subsidio, sino que se oriente fundamentalmente a la generación de condiciones -a través de la inversión en infraestructura y desarrollo de capacidades humanas- para un desarrollo económico incluyente y democrático, donde cualquier ciudadana o ciudadano que se lo proponga pueda participar en la producción, en la generación de riqueza, implementando su propio negocio o empresa, o se dedique a un oficio, profesión o actividad social.

 El desarrollo social y el crecimiento económico, deben marchar casi en paralelo. Una máxima es que toda futura inversión en la región Guayana debe tener una responsabilidad social y un valor agregado regional. Tradicionalmente las inversiones en Guayana se han orientado a la optimización de la ganancia, dejando a un lado la contribución con el desarrollo social de la población. El despilfarro, la corrupción y la ineficiencia de los gobiernos por un lado y la poca sensibilidad social de la iniciativa privada por otro, explican el pasivo, el desequilibrio entre desarrollo económico y el desarrollo social en el Estado Bolívar.

 En conclusión, para que el desarrollo social con el desarrollo económico vayan de la mano, se requiere de un modelo de desarrollo integral donde los gobiernos: regional y municipales manejen las finanzas públicas con transparencia, honradez y eficiencia y por su parte la iniciativa privada destine una proporción mayor de sus ganancias al desarrollo social.

 (Continúa)

Edición 1157. Twitter: @renenunezr


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