Los pueblos latinoamericanos siguen pensando en soluciones
fáciles y mágicas de sus problemas. Los políticos populosos, ni cortos ni perezosos,
han venido aprovechando los descontentos y las carencias populares para
ofrecerles un futuro próspero, seguro y justo al menor esfuerzo alguno. Así han
ido llegando uno a uno al poder indiferentemente del color partidista que
representa. Desde el poder, en su mayoría, terminan manejando los destinos de
la nación a su libre albedrio y conveniencia. Cuando salen lo hacen con los
bolsillos llenos.
Entretanto la masa popular, tras reiteradas equivocaciones
con el voto, terminan más miserables y pobres. Los pueblos excluidos y mal
tratados no entienden de las razones de su precariedad social, pero se prestan para
que unos dirigentes vivos los utilicen y movilicen en apoyo a sus actos
políticos y electorales.
El pueblo de Venezuela, uno de ellos. Desde 1998 hasta
el 20013, una inmensa mayoría popular con solidaridad incondicional de sus votos
idolatró hasta la saciedad a quien después se convirtió con los hechos en el responsable
principal de su crítica miseria y pobreza: Chávez Frías. Al final de sus días, éste
impuso un presidente sin estudios ni méritos alguno para continuar con el malévolo
proyecto del Socialismo del Siglo XXI.
Esta es la cruda realidad histórica de la Venezuela
socialista comunista de estos 20 años, una copia del modelo cubano. Con la
diferencia que el de Chávez se instauró bajo el consentimiento democrático.
Llegó el 2020 y la Oposición no termina de ensamblar
un plan estratégico viable, fiable, unitario nacional e internacional para resquebrajar
y desmontar un sistema autoritario que cuenta con un férreo apoyo del
narcotráfico, la guerrilla colombiana, los terroristas del Medio Oriente, Cuba,
Rusia y China.
El 90% de la población desaprueba la gestión de Maduro.
El presidente interino, reelegido hace pocos días, Juan Guaidó, sigue contando
con el apoyo de 55 países, del Grupo de Lima, de la OEA, la Unión Europea y EU.
A pesar de ello, Guaidó no ha podido lograr el cese de
la Usurpación, elegir un gobierno de transición y convocar elecciones libres.
Los factores políticos opositores como casi la
totalidad del pueblo se encuentra unidos y muy claros en el ¿Qué hacer? Donde el juego político sigue trancado por las
diferencias es en el ¿Cómo lograrlo?...
Nos produce pena, vergüenza y tristeza humana, que 18
diputados de la Oposición se hayan prestado para el soborno del gobierno a
cambio de debilitar la corajuda campaña que Guaidó ha estado librando en las
calles y desde el Parlamento en contra de la dictadura. Empero, no nos debe
asombrar porque la corrupción siempre ha estado presente en la forma de hacer
política y gobierno en toda Latinoamérica; ahora en Venezuela como nunca.
Seguimos pugnando por la rebelión de la gente decente que
hay de sobra en Venezuela para combatir hermanados la corrupción, la poca transparencia
y autonomía e independencia de los poderes públicos.
Un político eficiente y honesto tiene como razón de
ser la observancia objetiva de la realidad social de la población en general. Combatir
los vicios y las mañas de sus compañeros antes de que se impongan y crean daños
irreparables e insostenibles, es su deber. Los ciudadanos deben igual hacer un
buen uso y correcto de las redes sociales para transparentar la vida pública y
no utilizarla para complicidades y confusiones,
Por el lado de los partidos, la militancia ha de enfrentar
la burocratización y el elitismo de las decisiones; exigiendo dirigentes con
mayor autoridad moral y preparados en sus comunidades que el clásico activista.
Edición 1510.
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