En 2002, ante la inesperada renuncia y entrega de Chávez a los militares, los diputados opositores no supieron asumir la debida postura institucional que le correspondía ese momento por el vacío de poder.
El “Carmonazo” facilitó al General Raúl Baduel, hoy preso del régimen, rescatar a Chávez de la Orchila y devolverlo a Miraflores. Cabe destacar que este desenlace lo precipitó la multitudinaria marcha de protesta de Caracas al palacio presidencial donde fue emboscada por francotiradores y pistoleros del gobierno en Puente Llaguno.
Dos años después, 2004, Chávez impone un referendo para modificar 69 de los 350 artículos de la Constitución de 1999 y legalizar el proyecto ideológico que tenia bajo la manga desde su llegada al poder.
El intento fue rechazado en una relación de 51 a 49 con una abstención del 44,11%. A pesar de la pírrica diferencia, Chávez reconoció la derrota, pero prometió insistir en otra consulta con apoyo de un 15% de los electores inscritos. La primera derrota del Socialismo del Siglo XXI no fue aprovechada por los factores opositores de caras a las elecciones parlamentarias del año siguiente.
En 2005 ante la convocatoria de los comicios legislativos por el CNE, los partidos más populares: AD, COPEI, PJ, PROYECTO VENEZUELA; entre otros, decidieron retirarse de la contienda electoral, alegando falta de confianza en el ente convocante y garantías para el voto secreto.
Coloquialmente se podría afirmar, le entregaron a Chávez el poder legislativo en bandeja de plata; el cual utilizó posteriormente para imponer algunas leyes orgánicas anticonstitucionales, una de ellas, el Estado comunal.
Con la muerte de Chávez en 2013, el CNE convoca elecciones presidenciales. La Oposición unificada a través de la MUD participa y lleva como candidato a Henrique Capriles frente a Nicolas Maduro. Maduro obtuvo 50,61% y Capriles 49,12. La MUD unida estuvo a punto de lograr el cambio de régimen. Esta vez si creyeron en el CNE de siempre.
Para las parlamentarias de 2015, la Oposición se mantuvo unida y alcanza una histórica victoria; obteniendo casi la mayoría absoluta de los escaños de la Asamblea Nacional. Con el mismo CNE de siempre.
En 2016 con las presidenciales, la MUD decide otra vez no participar. Maduro lo hace frente a dos adversarios: Henry Falcon y Javier Bertucci; quienes se atrevieron hacerlo fuera del frente opositor. Maduro salió reelegido para el periodo 2019-2024. La Oposición volvió a no creer en el CNE de siempre.
Esta es la cruda historia y realidad de la Venezuela de estos últimos 20 años. En 2020 volverán las legislativas y el bando opositor se encuentra nuevamente debatiendo entre la opción de participar o no.
Juan Guaidó el año pasado surge como nuevo líder de la resistencia democrática; no cabe duda, revivió los ánimos y la esperanza de la gente y de la mayoría de los actores políticos disidentes del chavismo madurismo.
Definió 3 objetivos muy claros por los cuales se debía permanecer unidos para provocar y aligerar la salida de Maduro: 1. Cese de la Usurpación 2. Gobierno de transición 3. Elecciones libres. Sin embargo, a la fecha, no se ha podido materializar ninguno de ellos. Habido desencuentros y visiones diferentes en ¿cómo lograrlo? No hay consenso para continuar intentando la negociación o realizar unas elecciones presidenciales anticipadas o totales o la de solicitar a los EE. UU formalmente la ayuda ofrecida.
En lo que si se ha avanzado es en el reconocimiento diplomático de más de 50 países a Guaidó como presidente interino de Venezuela; destacándose el apoyo de la UE. Por otro lado, las sanciones y bloqueo de cuentas a jerarcas civiles y militares del alto gobierno venezolano; incluyendo a Maduro y parte del entorno familiar por EE. UU, Suiza y otros Estados europeos, ha permitido seguir poniendo al descubierto ante el mundo la dictadura en Venezuela.
No obstante, deja mucho que desear la posición de algunos dirigentes opositores de rechazar todas las vías antes mencionadas para procurar la salida del presidente Usurpador. Tampoco se atreven a decir cuál es la opción viable distinta para facilitarlo.
La negociación política funciona como un juego de ajedrez. Saber mover las piezas del tablero y avanzar y dar el jaque mate al adversario, una tarea de inteligencia política que hasta ahora no se ha tenido de quienes lo intentan. Decía Churchill “En política los tiempos son más importantes que en gramática”.
Rene Núñez Rodríguez
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