Hay quienes están conscientes del alcance y la
correcta aplicabilidad de la democracia. Otros la reclaman y defienden, pero
ignoran de que tienen la misma responsabilidad de construirla, mantenerla y
hacerla parte de una cultura de vida política y de gobierno.
Un proceso emocional basado en las responsabilidades
de los ciudadanos en conocer sus derechos y respetar los derechos de los demás.
Lo sustenta 5 principios fundamentales: el de la libertad, el trato igual de
todos ante la ley y la constitución, el respeto a la diversidad de pensamientos
y acciones, el de la solidaridad y el de la participación. Todos en
reconocimiento de la dignidad humana.
La democracia ha de ser siempre una enseñanza
permanente y compartida por la escuela, la familia, la iglesia, los partidos
políticos, los movimientos sociales organizados, en fin, por la comunidad. Donde
ha de respetarse los derechos humanos como condición sine qua non para la
convivencia social. De lo contrario, la vivencia será del que tiene más poder.
Cada espacio que se encuentre para la convivencia
democrática hay que aprovecharlo para no sola crear las condiciones sino el
espíritu democrático vivencial. Asegurarlo, una responsabilidad individual, colectiva
o comunitaria.
Se corre el peligro de abandonarla cuando la soberbia,
la violencia, la mentira, el abuso y la corrupción en nombre de la razón se
impone. Cuando esto ocurre se está ante una sociedad enferma, egoísta, inhumana
y, por ende, antidemocrática. Por eso no dejo de insistir todos los días en la
necesidad política de la autocrítica como herramienta esencial para identificar
y conocer las debilidades y amenazas que ponen en peligro el sistema de vida de
libertades.
En desacuerdo con aquellas individualidades o grupos
que suelen oponerse en Venezuela cuando uno la hace con la única intención de
agregar valor critico analítico constructivo y positivo por el bien común democrático.
El argumento simple es que solo hay un enemigo que criticar y es el régimen de
Maduro. Comentario que vengo oyendo en los últimos tiempos de algunos
opositores con mucha insistencia. Tanto del militante como del dirigente. No
señor, si creen que con esa solidaridad incondicional le hacen un bien a la
democracia, permítanme decirles, con todo respeto, están equivocados; pues no
todos los que dicen ser demócratas o decentes lo son.
Hay quienes piensan que la lucha de la resistencia
termina con la salida del gobierno Usurpador de Maduro. Un paso necesario e
imprescindible para la recuperación de la gobernabilidad, gerencia y gestión pública.
Empero, el camino de la lucha es más largo y sin tregua de los ciudadanos para asegurar
con sus mejores lideres el cambio estructural y cultural que faciliten el
progreso y desarrollo humano integral de todos; apostando al amor, la bondad y
la recuperación de los valores morales y principios éticos.
Resumiendo, un deber genérico de todo ciudadano es participar
en la toma de decisiones, la fiscalización, control y ejecución de las acciones
en los asuntos públicos y privados que los afecta en su desarrollo humano y
comunitario.
“Las democracias son capaces de sobrevivir solo cuando
son entendidas por sus ciudadanos” decía Giovanny Sartori
elportachueloderene.blogspot.com Edición 1505
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