La confusión política-país
continúa. La sociedad sigue embrollada y
fracturada en lo que se quiere y en lo que se hace para superar la deplorable e
inhumana realidad nacional. Continúa encerrada en su propio laberinto debatiendo
temas no trascendentales. Ignorando las causas estructurales de los problemas,
sus propias contradicciones y debilidades. Ninguno de los sectores en disputa
de liderazgo y poder, se atreve a romper el témpano político. Y convocar un
diálogo interno sincero, patriótico, humano e inteligente en aras de construir
consensos para definir el tipo de sociedad que queremos y nos merecemos. A
sabiendas de que tenemos con qué y cómo hacerlo. ¿O no?
No sé qué tiempo más
esperan para abrir ese debate. Eso sí. El tema: la sociedad que queremos y nos
merecemos. Personalista, comunitaria y pluralista. Sobre la base de la dignidad
y el derecho natural donde cada venezolano sea más independiente en el alcance
de su plena libertad espiritual, económica y social.
Ello requiere de una
comunicación ascendente y descendente sin complejos ni prejuicios políticos,
religiosos, económicos y sociales. Facilitadora del intercambio y la transmisión de valores y
enseñanzas determinantes en el desarrollo de los ciudadanos y de todos los
ciudadanos.
Abriendo la discusión del
bien común pretendido. No el que algunos grupos de poder procuran hacernos
creer, el que todo se reduce a la suma
de bienes individuales, a la satisfacción de necesidades económicas y sociales;
no, me refiero, al bien común incluyente también de las satisfacciones
espirituales: la familia, el amor, la educación en valores y la amistad.
Entendiendo a la ciudadanía
como bien común, como la suma de condiciones de la vida social que permiten que
las asociaciones y cada uno de sus miembros alcancen de manera más fácil e
íntegra la perfección que les corresponde. En otras palabras, el logro de su
propia perfección, la plenitud de las fortalezas de sus vidas.
Si todo eso se logra y lo
internaliza cada una de las personas, tendríamos, no cabe duda, mayores y
mejores posibilidades como sociedad de contar con dirigentes y autoridades capacitados
y probos haciendo bien común. Porque estarán educados para respetar y hacer
respetar los derechos fundamentales e inalienables de la persona, sus derechos
humanos. Justicia y libertad.
El bien común de y para la
ciudadanía. No la preeminencia del Estado sobre los ciudadanos, característica
de gobiernos y ejercicios políticos totalitarios. Muchos de ellos, enemigos de los
mercados, institución como el de la libertad inherente a la naturaleza humana.
Quienes se han atrevido, han fracasado por ir en contra de su misma naturaleza.
Resumiendo, la sociedad que
entre todos hemos de construir, es aquella garante del adiestramiento del ejercicio
de la ciudadanía, de la política, de la gobernabilidad, del mercado y de las
instituciones del Estado para ponerlas al servicio de la gente. (Edición 1453).
@renenunez51 Instagram renejesusnuñezrodriguez elportachueloderene.blogspot.com
Pueden oírme en “Dialéctica”, lunes a
viernes, 8 a 9 am por News 105.3 FM
www.news1053fm.com
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