jueves, 25 de mayo de 2017

Todo pasa por el cambio de una cultura improductiva, asistencialista y viciada



Nunca ha sido fácil en las sociedades, el  cambio de comportamientos de los ciudadanos. Las creencias, los valores, los hábitos o costumbres mientras más arraigados e internalizados están en las personas más cuesta arriba para aceptarlo. Una resistencia mayoritaria siempre ha estado presente en la defensa de dejar el orden de las cosas como están. Sin embargo, grupos minoritarios, siempre han venido pugnando para hacerlo realidad,  convencidos de que con una  cultura nueva van a beneficiarse más y mejor todos.
Los cambios que se han estado pidiendo en nuestro país desde hace mucho tiempo, se han centrado fundamentalmente en lo político. Los logrados -vía electoral- no han tenido los resultados esperados, a pesar de las variadas e inmensas riquezas naturales y humanas con las cuales se han contado. Por el contrario, los desaciertos, los vicios y los problemas en general, en vez de reducirse, se multiplicaron. No se termina de entender como sociedad que  lo primero es el engendro y la profundización del cambio cultural. Ciudadanos renovados.
Comencemos, entonces, una vez por todas, a valorar la educación, como prioridad número uno,  algo demasiado importante para dejarlo en manos solo del Estado; hasta Suecia, una nación socialista-capitalista ha reconocido la influencia de la educación privada en todos los niveles. Una educación que debe empezar en el hogar con unos padres responsables, modeladores de conducta en la cría de sus hijos. Se hace impostergable volver a la enseñanza de la educación “moral y cívica”.
Comencemos a respetar al prójimo. Al derecho ajeno. Venezuela sigue siendo un país de leyes, pero donde gobernantes y gobernados no las respetan. Reverenciemos la libertad del otro (tránsito, basura, ruidos molestos, comportamiento urbano, derechos humanos, etc.)
Comencemos a valorar el trabajo como el motor del desarrollo para la creación de riquezas materiales y humanas, con trabajos decentes y garantías de protección social integral. Incrementemos la cultura del trabajo y del esfuerzo.
Comencemos a reducir el estado asistencialista. Los subsidios de la economía y los sociales deben acabarse; excepto los necesarios para sacar de extrema pobreza a aquellos que por ignorancia o exclusión del sistema político no han podido superarla. Es fundamental trabajar en su reinserción social con educación,  capacitación laboral, y micro emprendimientos. Vayamos a un Estado mantenido por los ciudadanos y no un Estado mantenedor de ciudadanos como el que hemos tenido hasta ahora en democracia y del cual no se quieren liberar.
Comencemos en lo político, formando pensadores críticos desde las aulas, para elegir con criterio y votar al mejor capacitado y honesto, no al menos malo. Separando los intereses personales, partidistas e ideológicos de la gobernabilidad pública. Construyendo poderes públicos autónomos e independientes sólidos.
Comencemos a aplicar las leyes con criterio de justicia. Para penar sin contemplación alguna la corrupción, los delitos, los vicios y los crímenes  sin importar donde se cometan y quien los cometan.
Comencemos finalmente a respetar las reglas de juego o de convivencia social que nos establece la Constitución Nacional y no estar burlándose de ella a cada rato o cambiarla por conveniencia de gobiernos de turno. La constitución no es el problema, el dilema es que no la obedecen ni han estado interesados en cumplirla.
La sociedad está sumida en un caos institucional, político, económico y social, como secuela de una cultura que se ha enseñado, practicado y preservado a todo nivel. (Edición 1406).
@renenunez51   elportachueloderene.blogspot.com
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