La vida no es perfecta. Tampoco las
sociedades. Sin embargo, la civilización no ha dejado de luchar por su
perfectibilidad desde sus inicios. Igual pasa con la política y la democracia.
La política no es más que la
habilidad o destreza humana para buscar soluciones a los problemas y atenuar las
diferencias dentro de las opciones que dispone la humanidad.
Lo contrario a la libertad, a la
república, al liberalismo es la tiranía, la dictadura, la autocracia. Conceptos
y experiencias que los demócratas debemos tener muy claro siempre para evitar
mayores errores y consecuencias sociales a la hora del ejercicio del voto.
Nada más pervertido e insano dentro
de la democracia, hacer de la “anti
política” una estrategia de búsqueda de poder fácil. Las descalificaciones
sustituyen a la confrontación de ideas, soluciones certeras y viables. Lo hicieron
algunos grupos en el pasado, ahora insisten en hacerlo sin medir el riesgo, la
gravedad y magnitud de la crisis política, económica y social que atravesamos. Una
cosa es la “politiquería” y otra la política democrática. Una cosa es el
“politiquero” y otro el político democrático.
La política no es un problema de
optimismo o pesimismo, sino de realidad. Lo más que uno puede hacer es evaluar tendencias
de comportamientos; no obstante, ni eso asegura
con certeza lo que va a ocurrir. Hace 20 años atrás nadie imaginó la Venezuela de
hoy.
La planificación es una herramienta
fundamental para el logro de objetivos y hacer realidad diversos propósitos. Una
cosa es la planificación normativa y otra la estratégica. La normativa se hace
sobre la base de normas y procedimientos, los ejecutores no pueden salirse de
ellos. No anticipa la presencia de obstáculos ni de escollos inesperados:
supone que de una situación inicial pasa a una situación objetiva mediante una
serie de acciones determinadas técnicas y procedimentales. El “deber ser”. No visualiza
incertidumbre ni problemas. Es predecible.
En cambio la estratégica, además de
considerar normas y procedimientos, toma
en cuenta la incertidumbre mediante la identificación y evaluación previa de factores
externos (oportunidades y amenazas) y
factores internos (fortalezas y debilidades) que pueden asegurar el éxito o el
fracaso de los objetivos estratégicos.
Trata de anticipar lo que otros actores pueden hacer. Previene no predice.
Por qué y para qué hago esta disquisición conceptual?
La hago porque el objetivo
estratégico de la Oposición de realizar este año un proceso revocatorio al
actual presidente de la república, de conformidad con lo solicitado por el
único convocante y revocante previsto en la constitución de 1999 que es el pueblo
soberano, muy difícil se cumpla este año.
La planificación utilizada por la
MUD para el logro de este objetivo fue la normativa; basada en el “deber ser”:
la carta magna, el derecho; a conciencia de que no solo no hay estado de
derecho para obligar a los rectores públicos pertinentes cumplir con el imperio
de la ley sino que se está ante un régimen no amigo de las libertades con una
carga acumulada de desviaciones y responsabilidades por responder a la justicia
en su momento, dispuesto a impedir a toda costa la realización de dicho proceso
en 2016. Como en efecto hasta ahora lo
ha logrado.
Para ello viene contando con la
sumisión de los poderes públicos claves como son el electoral, el TSJ y en
especial, el militar, bajo las égidas de un alto mando comprometido con la fidelidad
a la revolución, la cual según las convicciones ideológicas del régimen es una
institución suprema por encima del Estado y de la propia sociedad.
Ante esta realidad política y de
poder, la Oposición debe obligarse a una revisión objetiva crítica de la estrategia
hasta ahora empleada; así mismo a diseñar una alternativa para un escenario
2017 de revocatorio más probable. Ello no implica, obviamente, seguir
insistiendo pacíficamente y dentro de la constitución para que se realice este
año la consulta popular.
Presidente
del Ifedec Capítulo Bolívar
@renenunez51
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