domingo, 10 de mayo de 2015

Votemos para enderezar el país



 Una de las fortalezas políticas con que cuentan los ciudadanos en democracia es la del derecho al voto. Mientras más consciente, objetivo y responsable se ejerza y no se tome como un acertijo; mayores posibilidades existirán para tener mejores gobiernos y mejores legisladores. Sí haciéndolo con sentido común y racional los elegidos nos llegaran a defraudar, la democracia ofrece la alternativa de castigarlos políticamente en la próxima convocatoria electoral por sus gestiones maulas. Votar siempre ha de ser una responsabilidad de los electores para insistir y procurar lo que debe cambiar en el país.
 La democracia funcional descansa fundamentalmente en tres poderes: el ejecutivo, el legislativo y el judicial. Acá en Venezuela  “más papistas que el papa”, los constituyentes del 99  adicionaron dos: el electoral y el moral. A final de cuentas y burlándose del espíritu de estos legisladores efímeros, el régimen de turno no desperdició tiempo después para alinearlos y subordinarlos a otro poder “imaginario” de carácter supranacional no previsto en la Carta Magna, el de la revolución; cuya coordinación está bajo las égidas del poder Ejecutivo. Aquí está la causal madre de la grave crisis de país que se viene padeciendo y que cada día se hace más incontrolable y perturbadora del quehacer venezolano.  
 A los venezolanos y venezolanas se nos vuelve a presentar otra oportunidad electoral propicia para contener los desequilibrios y las inestabilidades que viene produciendo el modelo centralista en marcha, destructor de la institucionalidad, y controlador de la vida integral de los ciudadanos. Esa ocasión la ofrece las próximas elecciones parlamentarias; para mí, una de las más importantes del sistema de libertades por cuanto descansa en el parlamento nacional la salvaguardia de la separación de poderes, que en estos momentos se adolece en Venezuela.
 No hay razón alguna para que jóvenes y mayores no ejerzan su derecho al voto en estos comicios legislativos. Alcanzar la mayoría calificada en la Asamblea Nacional (AN) ha de ser un reto de partidos, dirigentes y votantes democráticos. Hay una necesidad de restablecimiento del orden, la gobernabilidad y la independencia de los poderes públicos. Estas son responsabilidades de la actual AN; a las cuales renunció desde hace 16 años con el otorgamiento de plenos poderes al presidente de turno. La mayoría calificada de los diputados del oficialismo no les ha dado la gana de habilitar las facultades constitucionales para controlar la gestión pública; garantizar la independencia y transparencia en la escogencia de rectores de los poderes públicos, la convivencia social, la productividad, las libertades, el respeto a la propiedad ajena y los derechos humanos.
 Para revertir la insuficiencia democrática se requiere que todos y cada uno de los ciudadanos y ciudadanas de este país, hoy más que nunca, hagan del poder del voto su mejor instrumento para desaplicar un modelo de gobierno cuyas políticas públicas no están dando respuestas a las necesidades básicas de la gente  como son las de: alimentación, seguridad, salud, empleos decentes y servicios públicos eficientes. Además por no asegurar un trato igual a la población en la aplicación de leyes y administración de justicia.
 Muchas de las personas que piensan renunciar a votar en estas elecciones, están atiborradas de quejas y reclamos, entienden que hay problemas que solventar en el país; sin embargo, están cayendo en el desinterés total ante un proceso tan importante como este, y eso es un craso error. Ya se cometió uno en el 2005 cuando la dirigencia de los partidos de oposición decidieron no participar en las elecciones legislativas de ese año; resbalón democrático por el cual hoy estamos como estamos en lo político, lo económico y lo social. Renunciar a ese derecho es convertirse en cómplice de lo que se critica. Con esa postura no se aporta absolutamente nada a la posibilidad de cambio de rumbo de la patria y recuperación de la democracia. Por el contrario se relegitima el “status quo revolucionario”
 No es hora de la rendición ni del cansancio. La capitulación no es una solución inteligente cuando uno es el afectado y cuenta con el poder de transformar las cosas en positivo. Los grandes cambios en la historia de los pueblos, resultaron de una toma de conciencia colectiva de sus miserias después de múltiples sacrificios, esfuerzos y trabajo. Hora de asumirlo.
 La recuperación del país no termina con una victoria legislativa de la oposición, apenas  el primer paso. La Venezuela cortoplacista, rentista petrolera, ineficiente, viciada y corrupta debe cesar sin dilación. Sustituirla por una de planeación a corto, a mediano y a largo plazo; inclusiva y sustentable, ha de ser compromiso de todos. No tenemos otra arma más efectiva y temible que el VOTO, ejerzámoslo.
Presidente del Ifedec, capítulo Estado Bolívar      @renenunez51
   Por Onda 97.3fm de 9 a 10.30 am, de lunes a viernes, en CAMBIO 973


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