Las recientes elecciones presidenciales de
Colombia volvieron a demostrar la fortaleza democrática de un país que ha
sabido sobrevivir y convivir con una guerra civil armada por más de cincuenta
años, pero que no ha sido impedimento como Estado para progresar en lo político,
lo económico y lo social, dejar de hacer y dejar de cumplir sus obligaciones y
deberes constitucionales. Nuevamente el poder electoral (Registratura), mostró
eficacia y transparencia logrando cerrar las mesas a las 4 de la tarde para de
inmediato autorizar la divulgación pública de los resultados, conociéndose a la
hora con el boletín número 13 el ganador de la contienda con el 64% de los
votos escrutados. En menos de dos horas ya se tenía el 100%, boletín 34. No
vimos por televisión a un funcionario electoral dando esa información, sino los
periodistas de los medios
Las fuerzas armadas por su lado cumplieron con
su rol de seguridad y de apoyo al elector -como debe ser- para facilitar el
ejercicio libre de su derecho democrático. 15 de ellos intentaron votar y
fueron apresados porque estaban solicitados por la justicia
La abstención fue la nota gris, un 60% de
colombianos no sufragaron; aunque la más alta de la historia es de 66%. La
media ha estado alrededor del 50%.
Se destaca el comportamiento democrático de
los candidatos perdedores, sin esperar los resultados finales con gallardía y
respeto reconocieron sus derrotas, ofreciendo sus apoyos de caras a la segunda
vuelta, previa consulta a su equipos respectivos, a cualquiera de los dos
candidatos más votados: Oscar Iván Zuluaga (29,6% por ciento de los votos) del
partido Centro Democrático y Juan Manuel
Santos (25,68%) de la coalición de centro de derecha Unidad Nacional quien
busca la reelección para el período 2014-2018. No hubo sorpresa de la necesidad
de otra consulta, pues las encuestas estuvieron acertadas cuando dieron
prácticamente un empate técnico entre los dos más votados no superior al 30%
No hay duda, los temas centrales de la
discusión, seguramente se mantenga en estas tres semanas de campaña restantes,
se centraron en el de la seguridad ciudadana y el de la paz. Ambos candidatos requirieron de apoyo estratégico de
expresidentes de la república colombiana: Zuluaga tuvo de su lado a Álvaro
Uribe en defensa de la tesis de lograr la paz pero sin impunidad de los
responsables de crímenes de lesa humanidad, y la necesidad de sacar de Cuba el
proceso iniciado por Santos; quien se recostó de César Gaviria para mantener la
negociación del fin de la guerra desde La Habana
Otra lectura de estos comicios, la calidad y
perfil de los participantes, todos con meritorias hojas de servicios públicos y
privados, destacándose la participación de dos mujeres: la conservadora Marta
Lucía Ramírez (15,53% de los votos) y la
izquierdista Clara López (15,23%)
Por ejemplo, Oscar Zuluaga, el ganador: político (ex alcalde, ex ministro), profesional (economía y finanzas) y empresario. Resumiendo, en él se
conjugan tres requisitos claves: capacitación, experiencia y lucha social.
Poder, saber y querer. Faltaría conocerlo como presidente, prueba nada fácil,
por las tentaciones, las ambiciones y los vicios que tendrá que lidiar durante
el mandato. Juan Manuel Santos, con iguales atributos pero con unos resultados
concretos como presidente actual, que
seguramente incidirán a favor o en contra en la decisión final de los
colombianos. Justo en recocerle la continuidad administrativa del éxito de la
economía heredada de Uribe, un país con una inflación de un dígito muy bajo
(3%), con crecimiento económico sostenido. Aunque sigue pendiente una mejor
redistribución de la riqueza y mejorar los índices de seguridad ciudadana
No nos queda entonces que esperar el 14 de
junio para conocer el nuevo presidente de la hermana república, que parecieran
favorecer a Zuloaga por sus propuestas populosas; y el aparente consenso
nacional existente alrededor de un proceso de paz garante de la participación
política de grupos irregulares pero sin perdón de las violaciones de derechos
humanos cometidos por los responsables
Mientras esto ocurría en Colombia el domingo
pasado, los venezolanos no teníamos información libre ni oficial de lo que
ocurría en las dos elecciones municipales, la de San Diego y la de San Cristóbal.
Los triunfos contundentes alcanzados por Rosa de Scarano (87,68%) en el
primero, y la de Patricia de Ceballos (73,69%) en el segundo, representan una
derrota política, moral y ética al gobierno y al Tsj, quienes confabulados
destituyeron y metieron presos a dos alcaldes elegidos por sus electores en diciembre
de 2013 sin argumentos jurídicos convincentes y creíbles hasta ahora. Llama
poderosamente la atención que el candidato del Psuv que compitió con la señora
Ceballos en San Cristóbal supuestamente no pudo ejercer su voto por no estar
inscrito en el registro electoral del municipio que pretendía gobernar. De ser
cierto, no es esto un delito?
Presidente
del Ifedec, capítulo Estado Bolívar
@renenunezr
Parece mentira que Colombia, como se dice al principio, con tantas trabas se desempeñe mucho más democráticamente que Venezuela. Es más, creo que es vergonzoso.
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