lunes, 28 de abril de 2014

¿Estado indecente?



 Estamos mal y vamos para peor.  Sí el gobierno insiste en continuar con el  modelo político socialista comunista fracasado, donde solo en el mundo regímenes de Corea del Norte y de Cuba lo mantienen de facto contra la voluntad de sus pueblos. Las protestas estudiantiles de estos dos meses, no cabe duda, obligaron al gobierno a sentarse en una mesa de diálogo con la MUD con  testigos distinguidos de UNASUR como son los cancilleres de Ecuador, Colombia y Brasil; y el Nuncio venezolano en representación del Vaticano. La responsabilidad mayor de la crisis es del gobierno, en teoría, deberían ser los más interesados en procurar soluciones consensuadas para atenuarla. No obstante, el gobierno pareciera  desestimar la oportunidad. El diálogo, equivocadamente, lo entiende como una lucha ideológica por la cual no puede darse el lujo de perder o ceder dominio donde hay que exterminar al enemigo como si se tratara de una guerra. Ocurre igual en lo económico. Craso error, porque sus verdaderos enemigos son los problemas del desabastecimiento, de la improductividad, de la inseguridad, de la impunidad, de la merma en el poder adquisitivo de la gente, de la inflación, entre otros
 Después de 15 años de revolución chavista madurista, la mayoría de los venezolanos comienzan a darse cuenta del deterioro de su calidad de vida y la de sus familias. Voltean la mirada a los poderes públicos acusándolos de no cumplir con sus deberes y obligaciones constitucionales. Algunas de sus medidas y decisiones las consideran inaceptables, indignas e indecentes, porque favorecen siempre los intereses ideológicos del régimen y no de la totalidad de los ciudadanos, a los cuales se deben
 Observan una gestión pública plagada de corrupción, de abusos, de violaciones de derechos humanos, de injusticia, donde el 92% de los delitos no son procesados y sentenciados. Donde recurrir a la justicia comienza a ser percibido en la calle como una pérdida de tiempo, generando  impotencia y frustración
 Los desaciertos, las desviaciones, los vicios cometidos por altos funcionarios públicos, con sus honradas excepciones, están a flor de piel.  Notan un Poder Legislativo, un Poder Moral, un Poder Judicial haciéndose los desentendidos con el despilfarro, con el alto y sin control endeudamiento tanto interno como externo, con la improductividad e ineficiencia de empresas y entes públicos, con la impunidad, con la inseguridad, con la destrucción de puestos de trabajos productivos duraderos y estables, con el irrespeto a la propiedad privada, con el deterioro de los servicios públicos y con los saltos a normas y procedimientos. Pareciera no ser casual que el 95% de los jueces sean  provisorios, y éstos como los fiscales hayan sido escogidos al margen de los concursos de oposición o de credenciales
 La democracia se siente degradada, secuestrada y trucada, donde la constitución solo  sirve e importa para recordarla en discursos y cadenas mediáticas todos los días más no para respetarla y hacerla respetar con equilibrio y ecuanimidad sin distingo de naturaleza alguna
 El Estado surge como una necesidad de orden, justicia y felicidad humana. La democracia como el sistema idóneo para garantizar su viabilidad y operatividad. Son los ciudadanos, los  responsables de velar por su eficiencia y transparencia cuando manos de desalmados, sin valores y principios democráticos y humanos, se aparten de la norma y de la justicia.  El derecho a la protesta pacífica está consagrado en el mundo de hoy en las constituciones de los países democráticos. La nuestra lo garantiza
 Arístides Calvani, para mí el Canciller más culto, capacitado, visionario y caritativo que hemos tenido en la historia republicana democrática, participó el 16 de marzo de 1973 en una reunión de cancilleres en Panamá, convocada por la ONU para tratar el tema  “Consejo de Seguridad”. Para reflexión, traigo al recuerdo hoy parte de la brillante y generosa intervención que hizo ese día: “Hay que construir una paz duradera. No impuesta, una paz voluntariamente buscada, aceptada y compartida. Cuando hemos expresado en torno a la paz, no excluye, por supuesto, el derecho de los pueblos a rebelarse contra la tiranía, el colonialismo, el racismo o cualquier otra forma de opresión. En este caso, en efecto, son los opresores quienes practican la violencia y el derecho a la rebelión, legítimamente ejercido, representa el esfuerzo del pueblo por el restablecimiento del orden jurídico”
Presidente del Ifedec, capítulo Estado Bolívar      @renenunezr 


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