viernes, 15 de julio de 2011

Con autoritarismo y pobreza No hay Bicentenario que celebrar…


 Qué tristeza de país nos embarga. Cómo se sufre vivirlo desintegrado, des unido y humillado por quienes se suponen tienen la responsabilidad soberana de hacer todo lo contrario: Integrarlo. Unirlo. Reivindicarlo. Garantizarle seguridad individual y colectiva. Con Progreso y Desarrollo. Y no lo han logrado. Porque la orden ideológica es la permanencia en el poder de por vida del jefe de la revolución, a costa de lo que sea, aún en la enfermedad.

 No hay razones, para que después de haber superado la etapa del colonialismo, hoy despuésde 200 años la Venezuela liberada por Bolívar se encuentre más dependiente y entregada a los designios de otros países sometidos bajo las mismas égidas del autoritarismo.

 El bicentenario de la patria que nos hubiera gustado celebrar con libertad soberana, con sentido de pertenencia de su historia, de su idioma, de sus costumbres, de su idiosincrasia en general, no la tenemos, y no la tenemos porque ahora mas que nunca somos mas dependiente en lo político, en lo económico, en lo social, en lo científico, en lo tecnológico y hasta en lo militar.

 El déficit de progreso y desarrollo social continúa. Agravado en estos últimos 12 años por un gobierno irresponsable y desinteresado en sincerizar su conducta pública en cuanto a la lucha ordenada y planificada que debe dar para mejorar la calidad de vida integral de los venezolanos, sin distinción de naturaleza alguna, y por ende, la batalla contra las causas de la pobreza como lo son la inflación, la carencia de capacidades y oportunidades, la escasa atención y participación en la toma de decisiones de los problemas de las propias comunidades.

 Ante la desidia gubernamental y mal intencionada, se hace necesario una toma de conciencia activa de las mayorías nacionales para unir esfuerzos con sus líderes políticos en la consolidación de una alternativa democrática seria y confiable que haga sinergia con los más desposeídos y afectados para superar la trampa institucional en que nos encontramos como Estado y como sociedad impidiéndonos evolucionar en paz, en libertad y con seguridad.

 Aunque las cifras oficiales lo niegan, la miseria y la pobreza se ha incrementado. No es leyenda la situación social precaria en que se encuentran los barrios de todo el país. Exhiben una brecha social inexplicable si se toma en cuenta el billón de dólares recibidos por el gobierno por renta petrolera. Pueblos carentes de servicios básicos como los de: agua, electricidad, cloacas, escuelas, servicios primarios de salud,  asfaltado, recolectores apropiados de basura, seguridad policial, empleos, espacios libres para el disfrute del deporte y la recreación en general. Un panorama que muy bien califica Werner Corrales como “trampas de la pobreza”.

 Como consecuencia de ese “círculo vicioso, estos sectores se hacen muy vulnerables ante la droga, la delincuencia, el alcoholismo, la criminalidad, los abusos sexuales, los embarazos prematuros. El analfabetismo o bajo nivel educativo, les restan capacidades para su inserción laboral y mantenerse en el mercado de trabajo en tiempos de crisis.

 Poder ciudadano limitado
 Si a la situación social anterior indicada se le agrega las pocas oportunidades que tienen los ciudadanos empobrecidos para denunciar sus carencias de servicios, las promesas incumplidas, los abusos cometidos por las propias autoridades de gobierno, el ambiente de las barriadas se hace ingobernable.

 El régimen de turno no ha dejado de ufanarse como logro político de su supuesta revolución el haber construido canales de participación de los ciudadanos en la toma de decisiones para resolver sus problemas, a través de los Consejos comunales. La intención quizás fue vista al comienzo como muy positiva y atractiva, hasta que la ideologización como política de Estado comenzó a mostrar las garras de la exclusión, una vez más, al negar la certificación de legitimidad de los mismos a los que no estaban identificados con el proceso autoritario. Otra trampa institucional.

 Para seguir coherente con las líneas maestras socialista comunistas de no aceptar protestas populosas, acá en Guayana se acaba de vivir otra experiencia desagradable y repudiable desde todo punto de vista cuando 36 ciudadanos del pueblo de El Pao, entre ellas 7 mujeres, fueron objetos de detención policial y encarceladas por 48 horas en las reclusiones de Guaiparo, los hombres, y de Vizcaíno, las mujeres, por protestar varios días seguidos exigiendo soluciones concretas de las autoridades municipales y regionales a sus problemas de agua, de asfaltado, y de otras promesas incumplidas. Lo más grave, esta parte de pueblo fue llevado a juicio por un tribunal quien les imputó varios delitos con libertad condicional bajo el régimen de presentación cada 30 días.

 Por ello, se hace tarea democrática una nueva liberación de Venezuela, de la mediocridad, de la farsa, del colonialismo que se pretende imponer desde Cuba con la complicidad interna del gobierno, enemigo de la prosperidad, de las libertades, de la propiedad privada, de la imaginación creadora, de la felicidad colectiva.

 Bolívar, nuestro único libertador, cumplió con su deber, ahora nos toca a los demócratas de buena fe hacer realidad su sueño de vernos unidos a todos luchando por una patria próspera de inclusión y tolerancia, donde la vida ha de ser la prioridad de Estado, con justicia, libertad y respeto.

Twitter @renenunezr
Edición1163.

No hay comentarios:

Publicar un comentario