lunes, 8 de julio de 2019

¿Cómo salir de esta tragedia país?




Hay estudios muy serios  y objetivos que se han hecho sobre cómo salir de los gobiernos maulas o autocráticos. Casi todos concluyen que las crisis económicas son la principal causa de su debilitamiento. Hay ejemplos de ejemplos, pero cada uno tiene sus particularidades diferentes para permitir el cambio.  

Caso “Bill Clinton”: Clinton derrotó a George Bush, contra todo pronóstico, en elecciones estadounidenses en 1992 con el slogan “la economía, estúpido”. Pues, Bush había tomado como bandera política el triunfo de la Guerra Fría y la primera Guerra del Golfo.

Otro caso, distinto, el de Chile de Pinochet. Hubo protestas masivas contra un régimen dictatorial pero la economía siempre estuvo bien. Se resalta la madurez política de los factores opositores (socialcristianos, socialdemócratas y socialistas demócratas) para ponerse de acuerdo y actuar desde un frente de lucha antes y después de Pinochet.

El de “Venezuela”, muy diferente: un régimen con una legitimación de origen (con votos) pero que de ejercicio no ha dejado de ser autocrático, autoritario.  Se inició con Chávez y está terminando con Maduro.

Un régimen sobreviviente, a pesar de la destrucción de la economía nacional, apoyada fundamental e históricamente en la renta petrolera. Cuando llegaron al poder en 1999, la dependencia del crudo criollo era alrededor de un 63% con una producción de 3 millones de b/d; ahora es del 98% produciéndose menos de 300 mil b/d. Con hiperinflación y una pobreza equivalente al 98%. Con una popularidad y aprobación  en un 14%. Igual sobreviven con sus crisis económicas dictaduras, entre otras, como las de Corea del Norte, Irán y Cuba.

La sociedad venezolana se enfrenta a todo un sistema dictatorial transnacional dispuesto a cometer todo tipo de crímenes para mantener el poder. Utilizando recursos humanos cubanos y aplicando conceptos y métodos represivos del Castrismo. La conseja de Fidel a Chávez ha funcionado hasta ahora: hacer partícipe a los altos mandos militares en negocios del Estado y otorgándoles poderes especiales  a cambio de su lealtad incondicional a la revolución. Además de exigir aplicación uniforme de los métodos brutales de torturas, detenciones arbitrarias, represivos contra opositores y los que se rebelen en contra de su corporación política-militar.

Juan Guaidó, el pasado 23 de enero, logró un milagro político: la reunificación de todas las fuerzas opositoras que andaban dispersas y encontradas con sus intereses de poder; así como la confianza del pueblo, para construir una plataforma de lucha unitaria posible de derrotar  la dictadura de turno.

El grupo de Lima, la Unión Europea, el apoyo de 50 países (los países más desarrollados y democráticos del mundo), las sanciones del gobierno de Estados Unidos y la recuperación de activos de la nación; ha sido -sin duda- una victoria diplomática muy importante con Guaidó al frente de la lucha como presidente interino; mas no ha sido suficiente para la salida de Maduro.

La opción de la intervención militar externa, no ha tenido ni tendrá, por razones obvias, el apoyo del grupo de Lima ni de la Unión Europea. La presencia de rusos y chinos en el país, cuidando los intereses de sus deudas y negocios; todo ello ha hecho compleja su viabilidad, por ahora. Según encuesta reciente de Datincorp 57% quiere un cambio negociado y un 13% intervención extranjera.

La impaciencia y desesperación del pueblo y de algunas figuras políticas por la espera de los resultados, comienzan  a manifestarse en público; afectando ligeramente la credibilidad y el apoyo a Guaidó; quien en febrero arranca con una popularidad en 61% y en abril tiene 56%, según última encuesta de Datanálisis del mes de abril.

Siendo autocritico y conociendo la impaciencia política venezolana, ha sido un error haber hecho creer que la salida de Maduro era una tarea fácil y rápida. Cuando los partidos percibieron que todo estaba listo, se activaron para sus campañas particulares e iniciaron su preparación  para lo que pensaban venía pronto, las elecciones. No han entendido la dimensión y consecuencias sociales que se van heredar como nación, después de Maduro y Cía.

Las condiciones objetivas de cómo el actual régimen se comporta, permiten conocer diáfanamente la estrategia autocrática en marcha, lo que debe hacer reflexionar a los factores opositores  que primero hay que derrotar a la dictadura, para después -en democracia- disputar el poder en elecciones libres, seguras y justas. Pasando por un acuerdo estratégico de resistencia unitaria a largo plazo.

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Edición 1486.    Pueden leerla también los martes por soynuevaprensadigital.com    y        elcorreofinanciero.com


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