La situación país es
inquietante. Una realidad que refleja hacia donde han querido llevarnos quienes
asumieron el poder en 1999 con el pretexto de hacer justicia social, una
justicia social que sigue en deuda; por el contrario injusticia a todo nivel es
lo que se ha propagado.
El Estado está viciado y
parte de la sociedad igual contaminada. Hablan de esfuerzos en la construcción
de la felicidad social sin resultados tangibles. Confundiendo la conflictividad con una paz
social de apariencia.
Ningún gobierno o grupo
político tiene más dignidad que otro. La primera condición para el cese del
caos social en marcha es entender la obligación de gobernar para todos y no
para un solo sector, a quienes se les exige sumisión con sacrificios humanos
inaceptables desde todo punto de vista. Fidelidad incondicional a un modelo
político controlador, improductivo, injusto y excluyente.
El respeto mutuo de
gobernantes y gobernados ha de rescatarse como condición sine qua non para
poder encontrar los espacios de convivencia social. Se hace necesaria una real
participación más social y más democrática de todos los sectores. La igualdad
entre ciudadanos supone la eliminación
de la discriminación ideológica para recibir los servicios públicos del Estado.
Supone también una sociedad
con derecho a establecer relaciones políticas, económicas y sociales distintas entre sus personas. De lo que se trata
es de hacer una comunidad nacional cónsona y fuerte para que todos los
ciudadanos puedan llevar una relación y existencia humana libre, equilibrada y
justa.
Se requiere de un liderazgo
con capacidad (Poder), conocimiento (Saber) y voluntad de logros (Querer) para hacer viable la armonía, el progreso y
desarrollo humano a fin de facilitar el tránsito del camino del bienestar, la
seguridad y la justicia.
La Venezuela traumatizada y
catastrófica de hoy, nos llama a obrar con sentido común, humano y justo; pues
el futuro de las nuevas generaciones nos condenará si no actuamos de buena fe y
con decencia para establecer la institucionalidad y el bien común.
El cuento revolucionario fracasó
y estar por terminar. Ignoró el
humanismo social dividiendo la unidad familiar, creando antagonismos, odios y
resentimientos de clases.
(Edición 1443).
“Nadie puede usar la
palabra progreso si no tiene un credo definido y un férreo código moral.
Porque la misma palabra "progreso" indica una dirección; y en el
mismo momento en que, por poco que sea, dudamos respecto a la dirección,
pasamos a dudar en el mismo grado del progreso”. Gilbert Keith Chesterton.
@renenunez51 Instagram renejesusnuñezrodriguez elportachueloderene.blogspot.com
Pueden oírme en “Dialéctica”, lunes a
viernes, 8 a 9 am por News 105.3 FM
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