sábado, 25 de noviembre de 2017

Realidad de una revolución…

   

La revolución ya no puede mantenerse bajo la promesa populosa de hacer de Venezuela un país socialista y feliz. Tuvieron la oportunidad de construirlo, de haber administrado con eficiencia y decencia la bonanza económica petrolera que tuvieron durante muchos años con el precio del crudo: $100/barril.

Casi 2 billones de dólares se habrían recibido desde 1999 por renta petrolera; recursos financieros suficientes para haberlos invertidos; una parte, en más producción petrolera, más producción nacional, más infraestructuras (educativa, sanitaria, vial, civil, tecnológica y científica); haber pagado la totalidad de la deuda nacional (37  mil millones de dólares) heredada en 1999; y el resto, prácticamente la mitad, haberlo ahorrado en reservas internacionales para protegernos como país de una eventual amenaza por baja del precio del crudo  o de una recesión económica, como en efecto ha ocurrido.

 Se ha vuelto a desperdiciar otra oportunidad histórica para haber  transformado semejante riqueza en prosperidad, seguridad y bienestar social. El tamaño del fracaso revolucionario es directamente proporcional a las dimensiones de la bonanza; los resultados están a la vista  y son verificables: desabastecimiento de alimentos, medicinas, repuestos y productos en general; una grave recesión económica (-7PIB), una hiperinflación y un “default” en puerta de consecuencias nefastas. En vez de progreso,  más atraso, miseria y pobreza.

Entretanto, el régimen sigue concentrado en mover pasiones, en el fomento de antagonismos de clase, clientelismo político-ideológico, campañas asistencialistas; en la excusa y búsqueda de culpables internos y externos y, en el invento de nuevas frases de alivio populista “guerra económica”, “votar por la paz”, etc. etc..

No terminan de entender los protagonistas de la revolución que los responsables de la tragedia-país no están afuera, no señores, los enemigos de la pobreza están adentro, identificados y conviviendo con nosotros la corrupción, la incompetencia, la injusticia social.

No pueden ocultar los índices más altos de la historia del país en materias de: inflación, corrupción, criminalidad, improductividad, violaciones de derechos humanos y democráticos. 

El ciudadano común sólo les pide y exige ¡revolucionarios! ponerse en sus corazones las manos y puedan comprender y entender las calamidades sociales que atraviesan y reducen cada día sus posibilidades de vida individual y familiar.

La verdadera revolución humanista es la que sitúa a las personas en el centro del desarrollo; potenciándoles sus fortalezas, condiciones, posibilidades, y oportunidades en  libertad para vivir la vida que valoran y desean.

“En la presente crisis, el Gobierno no es la solución a nuestro problema: el Gobierno es el problema”. Ronald Reagan. “Cualquiera semejanza a la realidad, mera coincidencia”.

@renenunez51                               Instagram nuñezrodriguezrenejesus  elportachueloderene.blogspot.com (edición 1424)


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