La sociedad democrática descansa en tres pilares
fundamentales: Estado, gobernabilidad y ciudadanía. El Estado tiene como propósito
la búsqueda de la convivencia social bajo el respeto y garantía de los derechos
de los ciudadanos; haciendo énfasis en los derechos humanos.
La gobernabilidad esta asociada a la capacidad de la
sociedad de ponerse de acuerdo en la elaboración de las políticas publicas y
dirimir los conflictos de manera pacífica. Entendiendo como políticas publicas
las soluciones estructuradas de las necesidades de la población.
Los ciudadanos tienen derechos que deben ser respetados,
pero también obligaciones que cumplir en paz comunitaria. Son los responsables
de elegir los gobiernos para que dirijan sus destinos con eficacia y
transparencia.
Ahora bien, para que todo funcione en armonía es
necesario contar con buenos ciudadanos. Creando una cultura de ciudadanía participativa,
positiva, proactiva de bien humano y cristiano. De progreso y desarrollo. El país
será lo que sus nacionales quieran.
La tarea nación, entonces, es lograr que gobernantes y
gobernados obedezcan, respeten las normas de convivencia social en los hogares,
en las escuelas, en el trabajo, en la calle, en donde se haga vida publica y
privada en lo económico, político, social y cultural.
Hoy quiero referirme en especial a los deberes y responsabilidades
de la ciudadanía. En las sociedades atrasadas el ciudadano común suele no
contribuir ni asumir una actitud y conducta facilitadora de su proceso social.
Tiende la tendencia de buscar en otros las responsabilidades totales de la
gobernabilidad. Cultiva la cultura de “la excusa” y “búsqueda de culpables”
para todos. No se revisa hacia dentro de lo que “no hace” “deja de hacer”. Convirtiéndose
en los primeros incumplidores de los deberes y obligaciones de ciudadanía.
El buen ciudadano no tira la basura a la calle. Tiene
conciencia de lo que es reciclable. No se come la luz del semáforo. Respeta el
paso del transeúnte. Estaciona su carro en los lugares permitidos. No conduce
cuando toma alcohol. En fin, es respetuoso de las normas de tránsito en
general.
El buen ciudadano además de ser un padre o madre de
familia ejemplar hace uso adecuado de los servicios públicos, por ejemplo, el
consumo de agua en casa.
En lo político, las personas tienen un deber y una obligación
muy importante y determinante en el entorno: saber elegir sus representantes en
el gobierno local, estadal y estatal; incluyendo a sus concejales y diputados. No
solo los elige, sino que les hace seguimiento a sus desempeños y exige el cumplimiento
de los compromisos y metas de las comunidades. Protesta y exige cuando no se
cumple lo prometido y convenido o cuando se desvían los recursos del estado para
fines ajenos a los de su competencia.
Un buen ciudadano reconoce las acciones sociales y
solidaridades necesarias para el progreso y desarrollo de su municipio, de su estado
y de la república; participando y proponiendo soluciones. Lleva buena relación con
la vecindad; fomentando el respeto, los valores y la paz en su sector donde
hace vida familiar. Cree en Dios Todopoderoso.
Apoya a los comerciantes y productores en sus
actividades económicas a fin de estimular la creación de empleos. Visita los
espacios públicos y los cuidad con sentido de pertenencia. Reconociendo que allí
se genera la cohesión social y se crea la identidad colectiva.
“En el centro de la política, no debe estar la corporación
económica ni la mediática; tampoco la corporación política. Debe estar los
intereses de la ciudadanía”. Fernanda Reyes.
Instagram nunezrodriguezrenejesus Edición 1531.
Facebook Rene Núñez Rodriguez
@renenunez51
Esta columna se publica también en soynuevaprensadigital.com y elcorreofinanciero.com
Excelente artículo mi apreciado René. Ese es el camino a seguir.
ResponderEliminar