Algunas
sociedades en el mundo han evolucionado más rápido que otras. La razón es la
toma de conciencia de sus pueblos de identificar lo que los une y lo que los
separa. Entre lo que los une: Dios como guía espiritual, la historia país, el
idioma, las costumbres, las normas, los valores, los principios morales y
eticos y los intereses de lucha por el bien común y humano. Lo que los separa:
todo lo que le impide alcanzar la prosperidad, seguridad y bienestar social.
La manera encontrada para el progreso fue ponerse de
acuerdo en un pacto de convivencia social: organizada, ordenada, comunicada y con
cooperación mutua. Respetando el derecho ajeno, la libertad y la imaginación
creadora.
La mayoría de las sociedades no terminan de entenderlo
y eso explica de alguna manera el rezago en lo político, en lo económico y en lo
social. Haciéndolas cada vez más desequilibradas, vulnerables, injustas y
precarias de paz.
La política no ha sido ejercida como “debe ser”. Con
pulcritud, respeto y responsabilidad social. Para el cumplimiento de su misión fundamental
que es la de minimizar o eliminar los conflictos de intereses diversos en la
sociedad. Haciendo de los problemas soluciones equilibradas y justas. Obviamente,
me estoy refiriendo, en especial, aquellas sociedades que se ufanan de ser demócratas
y no terminan de demostrarlo con conductas y resultados eficaces de sus gobiernos,
dirigentes y ciudadanos.
Estas realidades sociales han hecho que la política y
los políticos pierdan credibilidad de la población, nada bueno y aconsejable. Pues
crean espacios de cultivo para los movimientos populosos “encantadores de futuro
edén” inviable. La envidia, el odio, el resentimiento social, la “búsqueda de
excusas y culpables”, los caracteriza.
Constitución y leyes
La política y su ejercicio correcto necesita del establecimiento
de normas jurídicas que definan expresamente “lo que se debe hacer” “lo que se
puede hacer” y “lo que no está permitido hacer”. Además de autoridades que las
cumplan y las hagan cumplir sin discriminación alguna. Una cultura de
obediencia y respeto a la Constitución y a las leyes.
La Carta magna tiene como función el aseguramiento y
funcionamiento del Estado mediante la racionalización del ejercicio y
limitación de los poderes constituidos. Define las facultades a los gobernantes,
los límites y atribuciones concedidas a personas y entes.
Las leyes, por su lado, establecen normas generales de
carácter obligatorio con el objeto de regular la conducta social. Para evitar el
libre albedrio de la sociedad en general; por ende, la anarquía.
Ahora bien, los propósitos y buenas intenciones de la
Constitución y las leyes no son suficientes sino hay obediencia y respeto tanto
de gobernantes como gobernados. Si no hay un trato igual ante ellas para todos
los ciudadanos.
En casi todas las naciones latinoamericanas, el
imperio de las leyes no prevalece sino el de los gobiernos; produciendo sobresaltos
en la convivencia social. Con políticos que llegan al gobierno a robar. Unos, sin
preparación, que entraron a la política porque vieron un camino muy fácil de
ganarse la vida con un trabajo poco exigente, o para lograr un contrato o
negocio para satisfacer sus necesidades personales o grupales.
Ciudadanos convertidos en cómplices cuando, a sabiendas de que hay
dirigentes que no están capacitados o tienen antecedentes penales o de
violencia; los apoyan y los llevan al poder, hasta los vuelven a reelegir, a
pesar de los abusos y fracaso en sus gestiones.
La responsabilidad de un político decente y apto para gobernar
es la de administrar y ejecutar un presupuesto para dar respuestas a las
necesidades de la gente, a quienes se deben. Su compromiso no es otro que el esfuerzo
de lograrlo con eficiencia, transparencia y justicia social. Todo dentro de la Constitución y las leyes,
nada fuera de ellas.
“El político debe ser capaz de predecir lo que va a pasar
mañana, el mes próximo, el año que viene; y de explicar después por qué no ocurrió
lo que el predijo”.
Winston Churchill.
Instagram nunezrodriguezrenejesus
Facebook Rene Núñez Rodriguez
@renenunez51
Esta columna se publica también en soynuevaprensadigital.com y elcorreofinanciero.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario