La democracia es el sistema
político de vida que más garantiza igualdad, justicia y humanidad. Una de sus
bondades excelsa es la del reconocimiento de la racionalidad del ser humano y su
derecho a ser libre. Además la de garantizar al ciudadano un rol protagónico en
la lucha de aseguramiento de su misión y visión de vida. En otras palabras, a
escoger y construir libremente su propio destino, bajo la supremacía del estado
de derecho. Principios estos consagrados en nuestra constitución del 99.
En los últimos 12 años se
ha notado de quienes nos gobiernan, una
tendencia deliberada a ignorar estos fundamentos y a saltar normas constitucionales
en detrimento de la paz y convivencia social democrática.
La mayoría de los
venezolanos no se han sentido interpretados ni convocados en igualdad de condiciones
y trato en la gobernabilidad de sus destinos. La confrontación entre gobierno y
oposición no ha cesado. El principio de la autonomía e independencia de las ramas del
poder público no se ha cumplido. No ha
existido un diálogo sincero y justo con sectores productivos, sindicales y partidistas.
No se ha respetado los derechos humanos. Todo ello ha contribuido a crear un
clima áspero y de alta tensión política y social diaria injustificable.
La economía por su parte, no
para de decrecer. El desabastecimiento de alimentos y medicina, la inflación,
la constante devaluación de la moneda, mantienen a la gente angustiada, presa
de miedos por su presente y futuro.
Las excusas que se dan a las quejas y
reclamos populares rayan en lo impúdico. No hay reconocimiento alguno de equivocaciones
y desaciertos. La culpa de los males suele ser imputada a otros, ajenos al régimen.
Sin embargo, sería injusto
de mi parte no admitir que gobernantes y gobernados son corresponsables de la
actual tragedia país. Los electores por elegir y seguir apoyando gobiernos
maulas; y los gobiernos por no cumplir con los compromisos democráticos y de
gobernanza.
Resumiendo, lo político-ideológico
ha prevalecido sobre lo económico; a sabiendas de que lo económico es lo que
da de comer y permite el crecimiento de la
ciudadanía y de la sociedad. La suma de felicidad prometida no termina de llegar
ni llegará; por cuanto ningún modelo
estatista, controlador total de la economía y la sociedad, como el que tenemos,
ha tenido éxito en donde se ha aplicado (Rusia, China, Cuba).
¿Cómo recuperar la
institucionalidad, el orden y la gobernabilidad democrática? La respuesta la
tiene en sus manos: dirigentes y electores. Dependerá de la madurez,
inteligencia y patriotismo que asuman y practiquen en favor de la construcción
de una alternativa integradora de todos los sectores representativos que hacen vida
país. La de ponerse de acuerdo en una candidatura única, idónea y decente capaz
de reconquistar la fe, credibilidad y confianza de los venezolanos alrededor de
un proyecto país viable en lo económico, con equidad social, respetuoso de las
normas, las libertades y los derechos humanos. Una tarea nada fácil pero
tampoco imposible.
@renenunez51 Instagram
nuñezrodriguezrenejesus
elportachueloderene.blogspot.com (edición 1428)
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