Nunca ha sido fácil en las
sociedades, el cambio de comportamientos
de los ciudadanos. Las creencias, los valores, los hábitos o costumbres
mientras más arraigados e internalizados están en las personas más cuesta
arriba para aceptarlo. Una resistencia mayoritaria siempre ha estado presente
en la defensa de dejar el orden de las cosas como están. Sin embargo, grupos
minoritarios, siempre han venido pugnando para hacerlo realidad, convencidos de que con una cultura nueva van a beneficiarse más y mejor
todos.
Los cambios que se han
estado pidiendo en nuestro país desde hace mucho tiempo, se han centrado fundamentalmente
en lo político. Los logrados -vía electoral- no han tenido los resultados
esperados, a pesar de las variadas e inmensas riquezas naturales y humanas con
las cuales se han contado. Por el contrario, los desaciertos, los vicios y los
problemas en general, en vez de reducirse, se multiplicaron. No se termina de
entender como sociedad que lo primero es
el engendro y la profundización del cambio cultural. Ciudadanos renovados.
Comencemos, entonces, una
vez por todas, a valorar la educación, como prioridad número uno, algo demasiado importante para dejarlo en
manos solo del Estado; hasta Suecia, una nación socialista-capitalista ha
reconocido la influencia de la educación privada en todos los niveles. Una
educación que debe empezar en el hogar con unos padres responsables,
modeladores de conducta en la cría de sus hijos. Se hace impostergable volver a
la enseñanza de la educación “moral y cívica”.
Comencemos a respetar al
prójimo. Al derecho ajeno. Venezuela sigue siendo un país de leyes, pero donde
gobernantes y gobernados no las respetan. Reverenciemos la libertad del otro
(tránsito, basura, ruidos molestos, comportamiento urbano, derechos humanos,
etc.)
Comencemos a valorar el
trabajo como el motor del desarrollo para la creación de riquezas materiales y
humanas, con trabajos decentes y garantías de protección social integral.
Incrementemos la cultura del trabajo y del esfuerzo.
Comencemos a reducir el
estado asistencialista. Los subsidios de la economía y los sociales deben
acabarse; excepto los necesarios para sacar de extrema pobreza a aquellos que
por ignorancia o exclusión del sistema político no han podido superarla. Es
fundamental trabajar en su reinserción social con educación, capacitación laboral, y micro emprendimientos.
Vayamos a un Estado mantenido por los ciudadanos y no un Estado mantenedor de
ciudadanos como el que hemos tenido hasta ahora en democracia y del cual no se
quieren liberar.
Comencemos en lo político,
formando pensadores críticos desde las aulas, para elegir con criterio y votar
al mejor capacitado y honesto, no al menos malo. Separando los intereses
personales, partidistas e ideológicos de la gobernabilidad pública. Construyendo
poderes públicos autónomos e independientes sólidos.
Comencemos a aplicar las
leyes con criterio de justicia. Para penar sin contemplación alguna la
corrupción, los delitos, los vicios y los crímenes sin importar donde se cometan y quien los
cometan.
Comencemos finalmente a respetar
las reglas de juego o de convivencia social que nos establece la Constitución
Nacional y no estar burlándose de ella a cada rato o cambiarla por conveniencia
de gobiernos de turno. La constitución no es el problema, el dilema es que no la
obedecen ni han estado interesados en cumplirla.
La sociedad está sumida en
un caos institucional, político, económico y social, como secuela de una
cultura que se ha enseñado, practicado y preservado a todo nivel. (Edición 1406).
@renenunez51 elportachueloderene.blogspot.com
Los martes y jueves de 8 a
9 pm, pueden oírnos y vernos por News1053fm.com en “3 Visiones, 1
Objetivo País”
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